La batalla que cambió la historia [Zama]
Han pasado 14 años de la gran
derrota de Cannas. Esta vez es un ejército romano el que está en territorio
cartaginés y no al revés. Al frente de ese ejército se encuentra un hombre que
está llamado a cambiar la historia, su nombre es Publio Cornelio Escipión.
Delante de él está Aníbal Barca al mando de una poderosa fuerza en la que hay
80 elefantes. La batalla está a punto de comenzar pero el camino que ha llevado
hasta ella no ha sido nada fácil.
Después de Cannas, Roma estuvo al
borde del colapso. Casi sin ejército, con fisuras entre sus aliados y con un
ejército cartaginés a menos de 50 kilómetros el terror empieza a recorrer la
urbe. Se hacen sacrificios humanos y se moviliza a todo hombre capaz de empuñar
un arma, todo lo que sea necesario para detener al mayor de los Barca. En estos
momentos de debilidad recurren a la experiencia de uno de sus hombres más
ilustres, Fabio Máximo. Éste decreta total austeridad y ahorro en toda la
República y trata por todos los medios de detener que su frágil alianza con el
resto de ciudades latinas se vaya al garete. Comprán 10000 esclavos con tal de
formar a dos legiones más y se impide que cualquier ejército romano entre en
batalla campal contra Aníbal.
Pero si algo ha caracterizado a
Roma en toda su historia a parte de su tesón, disciplina y sacrificio es la
suerte. Aníbal después de Cannas también ha quedado debilitado, pese a la
victoria sus bajas fueron cuantiosas y él sabe que con tan poco número de
hombres no puede tomar Roma. Pese a pedir ayuda al Senado cartaginés éstos se
la deniegan y prefieren consolidar sus conquistas en Hispania y recuperar sus
perdidas Cerdeña y Sicilia. Fue un error fatal.
Poco a poco Roma va recuperando
fuerzas y envía a un joven Escipion a Hispania. Allí conquista Cartago Nova y
derrota a Asdrubal en Baecula. Asdrubal intenta ponerse en contacto con Aníbal
y reunirse con él en Italia pero su correo es interceptado y es derrotado y
muerto en la batalla de Metauro. A partir de este momento Aníbal comprende que
ya no podrá recibir ninguna ayuda de Hispania.
Elegido Cónsul, Escipion decide atacar
Carthago de una vez y desembarca en África y se alía con el pretendiente al
trono de Numidia, Massinissa. Una vez allí pone sitio a Útica pero acosado por
una enorme fuerza de númidas al mando de Sífax y cartagineses decide entablar
negociaciones de paz con el fin de ganar tiempo y organizar mejor su ataque.
Viendo que ha llegado el momento entabla una batalla contra el ejército
anteriormente dicho y los derrota. A punto de caer derrotada, Carthago pide
ayuda a Aníbal y éste vuelve a África para socorrer a su ciudad. La batalla de
Zama está a punto de comenzar.
FORMACIÓN
Aníbal formó a su infantería en
tres líneas. La primera compuesta por 12000 mercenarios galos, mauritanos,
baleares y ligures. La segunda por 10000 ciudadanos cartagineses y una falange
macedonia de 4000 hombres. La tercera fila la formaban 15000 veteranos de
Aníbal que habían luchado con él en Hispania, la Galia e Italia, las mejores
tropas con las que podía contar cualquier general. En cada flanco se
posicionaban 3000 jinetes al mando de Maharbal. Justo al frente 80 elefantes
encabezarían el primer ataque con el fin de destrozar las líneas romanas
rápidamente. Fácil, sencillo y eficaz.
Escipión por el contrario poseía
20000 legionarios romanos, 14000 auxiliares, 6000 jinetes númidas al mando de
Massinissa y 2700 equites al mando de Lelio. Los colocó con la disposición
básica de toda legión, los hastati con sus jabalinas delante, los principes
después y finalmente los triarii con sus lanzas detrás. Entre cada unidad
habría un pasillo para facilitar la retirada de los velites una vez hubieran
acabado su labor de hostigamiento.
LA BATALLA
Nada más comenzar Aníbal mandó
cargar a sus elefantes. Escipión para contrarrestar ese ataque mandó hacer
sonar las trompetas para molestar a los elefantes y antes de comenzar la
batalla había mandado bruñir los escudos y armaduras de sus soldados para que
al reflejarse el sol en éstos perjudicara a los paquidermos. Para frenar el
avance de los animales los velites empezaron a realizar su labor de
hostigamiento y cuando no pudieron resistir más la carga retrocedieron a través
de los pasillos dejados por sus compañeros atrayendo con ellos a los elefantes.
Al pasar por esos pasillos en vez de chocar frontalmente el impacto de los
elefantes fue menor y rodeados de soldados por todas partes fueron derrotados.
Una obra maestra.
Mientras tanto las caballerías de
ambos ejércitos ya habían chocado y debido a la superioridad de Massinissa y
Lelio se inició una persecución por toda la llanura.
Aníbal ordenó el ataque de la
primera fila que chocó contra los Hastati ocasionándoles numerosas bajas,
viendo que les estaban machacando se ordenó a la segunda fila que avanzara para
apoyar a la primera pero antes de que estos llegaran, los legionarios
encabezaron el contraataque obligando a retroceder a los cartagineses. Una vez
que pusieron a la defensiva a sus enemigos, Escipion mandó atacar a todas sus
tropas mientras Aníbal colocaba a sus veteranos al frente a la vez que cubría
la retirada de las otras filas. A diferencia de los legionarios, los veteranos
estaban frescos, eran muy experimentados y sobre todo es que eran
condenadamente buenos así que pasó lo que tenía que pasar, la batalla se
empezaba a decantar a favor de Aníbal.
Pero ocurrió algo no previsto en
los planes del cartaginés. La caballería romana y númida después de la
persecución se había reorganizado antes de lo esperado por el general y se
dirigía contra ellos, atacados por los jinetes por la retaguardia y por la
infantería por vanguardia el ejército cartaginés colapsó y emprendió la huida
derrotado hacia un lugar seguro.
Roma acababa de vencer la guerra.
Las condiciones impuestas a Carthago fueron muy duras pero poco a poco saldaron
su deuda con Roma. Roma finalmente mandó destruir Carthago después de años de
insistencia de Catón con su “delenda est Cartago”, en gran parte debido al
miedo de que pudiera resurgir de nuevo.
A Escipion le pusieron el
sobrenombre de “Africanus” y se convirtió en el general más laureado de Roma
hasta la fecha. Se había convertido en un héroe y a su llegada a Roma se
celebró un Triunfo en su honor
Aníbal estuvo un tiempo en Carthago
hasta que se vio obligado a huir debido a la incansable persecución de Roma.
Vagó por medio mundo sirviendo a cualquier rey que estuviera dispuesto a entrar
en guerra con la emergente potencia latina. Finalmente arrinconado y sin
esperanza se suicidó. Ese mismo año también murió su gran rival Escipión,
exiliado de Roma. En su tumba figuraba el epitafio “Patria ingrata, ni mis
huesos tienes”.
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