Una leyenda medieval [La Serpiente Rupiana]
En un valle del Norte de España
que está junto al río Oza, situado entre montañas de gran altura y ahora casi
olvidado y abandonado, antaño había un antiguo puesto de vigilancia romano que
controlaba el tráfico del oro que extraían de unas minas cercanas, las Médulas.
El dirigente de ese puesto era muy corrupto y del oro que pasaba por sus manos
se quedaba con una parte. Años después una serpiente de tamaño descomunal de
varios kilómetros de larga (Habéis leído bien, kilómetros) llegó a la zona,
mató a la guarnición romana y se asentó en ese puesto junto con todo el oro.
Algunos siglos después el valle
despoblado se empezó a repoblar otra vez, los primeros tiempos fueron muy
difíciles pero poco a poco se fueron adaptando a las condiciones de la zona y
se quedaron permanentemente. Pero con toda esa gente había alguien más, la
serpiente durante siglos había permanecido dormida y cuando llegó toda esa
gente allí despertó y tenía mucha hambre...
El enorme monstruo cada noche se acercaba
en torno a los pueblos del valle y se comía siempre a algún habitante. En los
pueblos estaban aterrados y no querían salir de sus hogares por nada del mundo.
Un buen día llegó un aventurero en busca del tesoro que se escondía por esas
tierras y se encontró con todo el lugar aterrorizado. Los habitantes le
contaron lo que ocurría y el aventurero decidió tenderle una trampa a la
serpiente.
Recogió todas las bayas de tejo
que encontró, amasó una enorme hogaza de pan y se las metió dentro. Con la
hogaza recién horneada la serpiente la olió y atraída por su fragancia se la
comió. Al rato se empezó a encontrar mal y mientras estaba confundida, medio
sedada y con escasos reflejos el aventurero aprovechó la ocasión y con una
estaca de madera endurecida al fuego le atravesó un ojo, le alcanzó su cerebro
y la mató.
A partir de ese momento el valle
podría vivir en paz y prosperidad para siempre. El aventurero buscó y buscó el
tesoro pero nunca lo encontró y aun se cree que está escondido por aquella
zona. Éste hombre fundó monasterios e iglesias por todo el valle, el más famoso
es el Monasterio de San Pedro de Montes, y más tarde fue obispo de Braga. El
aventurero era San Fructuoso.
El tesoro se cree que está en los
alrededores del pueblo de Montes de Valdueza y todavía hoy hay gente que va todos
los años a buscar pistas sobre su paradero.
Fantástica la historia y fantástico el blog, de hecho ya está apuntado en mi lista de favoritos.
ResponderEliminarTambién en Sevilla hay una leyenda de una serpiente que se comía a los habitantes, y de ahí se comenta que viene el nombre de una de las calles principales de la ciudad: Sierpes.
Un saludo.
Estos tipos de historias son muy comunes en toda España me parece a mi. Muchas gracias amigo
ResponderEliminar